Capítulo 4
Su voz no era fuerte, pero logró que todos en la sala se quedaran como si alguien hubiera presionado el botón de pausa. En ese momento, la puerta detrás de ellos se abrió
nuevamente.
Bernardo salió de detrás de la puerta. Al ver el desorden en el lugar y a Josefa empapada, frunció el ceño de inmediato y, con tono de desagrado, preguntó:–
-¿Qué están haciendo?
Nadie esperaba que Bernardo se enojara por Josefa. Después de un momento de silencio, alguien se atrevió a reír nerviosamente y explicó:
-Bernardo, solo estábamos bromeando con Josefa, no te preocupes.
-¿Así es como ustedes bromean? -respondió Bernardo, sin dejar de lado el asunto tan fácilmente. Sin embargo, Josefa estaba más sorprendida por su reacción que los
demás.
Después de todo, debido a la indiferencia de Bernardo hacia ella, sus amigos siempre la habían tratado con desprecio y burlas.
Ya se había acostumbrado a esas humillaciones y dificultades. ¿Y ahora él comenzaba a defenderla?
-Solo queríamos que le dejara espacio a alguien más importante, ya que ella ha estado esperando por él durante años…
Alguien intentó suavizar la situación con una risa forzada, pero Bernardo lo interrumpió con un grito severo:
-¡Cállate!
Sin prestar atención a la confusión de los demás, Bernardo tomó a Josefa de la mano y se dispuso a irse. Pero al girarse, vio a Julia entrar en la sala.
Al verlo dispuesto a irse, Julia hizo un puchero, mostrando su descontento:
-Bernardo, apenas estamos a la mitad del juego y no hemos terminado. Acabo de regresar al país y por fin estoy disfrutando, ¿por qué te quieres ir?
Ante esas palabras, el decidido Bernardo dudó. Miró a Josefa y le preguntó:
-Josefa, ¿puedes aguantar un poco más?
Josefa miró hacia abajo, observando su estado. De repente, sonrió.
Aun a simple vista, era evidente que estaba empapada de pies a cabeza, con sangre en la frente. ¿Y todavía le preguntaba si podía aguantar?
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Capitulo 4
En ese momento, ya no tenía fuerzas para seguir discutiendo.
-Sigan jugando.
Con esas palabras, Bernardo suspiró aliviado, como si hubiera recibido un indulto. Los demás también se apresuraron a sentarse alrededor del sofá para continuar con el
juego.
El juego de “verdad o reto” continuó, y en la primera ronda, Bernardo, perdió.
-Bernardo, ¿a qué edad sentiste tu primer amor?
Al escuchar la pregunta, las miradas de algunos se dirigieron alternadamente entre él y Julia. Bernardo, sin titubear, respondió:
-Quince.
Josefa recordó que, según los registros, Julia se había mudado al vecindario cerca de la casa de la familia Borges cuando él tenía quince años.
El azar no estuvo de su lado, y Bernardo perdió dos veces más, enfrentándose a preguntas cada vez más atrevidas.
-¿A qué edad tuviste tu primer sueño húmedo, Bernardo?
-Diecisiete.
-¿Y quién fue la persona que apareció en ese sueño?
La última pregunta provocó una ola de risas y burlas. Bernardo, sin embargo, quedó en silencio.
Justo cuando estaba a punto de rendirse y aceptar el castigo de beber, alguien lo detuvo:
-Vamos, Bernardo, si no quieres decir el nombre, con que digas las iniciales es
suficiente.
Desde un lado, Josefa observaba mientras él dejaba el vaso y pronunciaba suavemente
una letra:
-J.
J…
Era evidente que se refería a Julia. No solo Josefa lo sabía, todos los presentes también lo entendieron. Las risas y las bromas se intensificaron, mientras el rostro de Julia se ruborizaba más.
Entre el bullicio, Julia levantó la mirada con un aire de satisfacción y miró a Josefa, quien estaba sentada no muy lejos.
-Josefa, ahí sentada te debes estar aburriendo. ¿Por qué no te unes al juego?
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Con una invitación tan “cordial“, Josefa no se negó y se acercó para unirse al grupo. Pronto, todos retomaron el juego.
La suerte cambió y esta vez fue Josefa quien perdió.
Tomó una carta del montón y al darle la vuelta, leyó la pequeña frase:
-¿Está presente la persona que más amas?
Vaya, esa es muy fácil.
-Claro, todos saben que Josefa está loca por Bernardo.
Los murmullos de descontento se escucharon por doquier, mientras la persona en el centro del huracán, bajo la mirada de todos, negó lentamente con la cabeza.
-No está aquí.
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