Capítulo 16
Pero al siguiente segundo, Isaac negó con la cabeza, rechazando la propuesta sin piedad.
-No es necesario.
Josefa no se desanimó, en realidad no esperaba tener éxito a la primera. Este desenlace ya estaba dentro de sus expectativas.
-Está bien, ¿pero si algún día lo necesita, podría considerarme en primer lugar?
Él no rechazó ni aceptó, solo levantó una ceja, mirándola con curiosidad.
-¿Por qué yo?
La pregunta la tomó por sorpresa, pero rápidamente se recuperó.
-¿Acaso el cariño necesita tantas explicaciones? -Josefa apretó los labios, desviando la mirada-. Si insiste en saber, solo puedo decir que es porque es usted, Sr. Navarro.
Al final de sus palabras, su voz sonó de repente un poco triste.
Pero no estaba mintiendo.
El aire se volvió silencioso de repente, solo quedó el sonido claro de una cuchara moviendo el café en la taza.
Después de un momento, él miró la hora en su reloj y se levantó primero.
-El descanso casi termina, Josefa. Deberías volver.
-¡A sus órdenes! -respondió ella con un tono un poco travieso, como si la tristeza de antes hubiera sido solo una ilusión. Él no volteó, solo agitó la mano. Este café corre
por mi cuenta.
Josefa le agradeció con una sonrisa, su mirada siguió la figura de Isaac mientras se alejaba. Si él se hubiera vuelto, habría visto la melancolía en sus ojos.
Bajó la cabeza y soltó una risa amarga.
-Te extraño tanto, Oski…
De repente, una sombra se alzó frente a ella. Levantó la vista y, al ver quién era, toda emoción desapareció de su rostro, dejando solo una mirada indiferente.
Era Bernardo, quien había llegado apresuradamente tras averiguar su paradero. Su rostro estaba pálido, con una barba incipiente que lo hacía parecer desgastado y abatido.
Al ver su aspecto deslumbrante y recordar al tipo con quien había estado hablando animadamente, el discurso de disculpa que tenía preparado se tornó hiriente al salir de
su boca.
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-Ese era tu nuevo objetivo, Josefa? No sabia que eras tan buena actuando. ¿El sabe que solo estás detrás de su corazón?
Eša no prestó atención a sus palabras cortantes, simplemente terminó su café con indiferencia, como si él no estuviera alli, y se levantó para irse, pasando de largo junto a
Al pasar, una mano la detuvo con firmeza. Miró hacia abajo y vio su mano delgada.
Frunció el ceño y con determinación, apartó uno a uno sus dedos, limpiando con desdén el lugar donde él la habia tocado. Esa acción lo hirió profundamente.
Sin ese corazón, ¿es que incluso su toque le resultaba repulsivo?
Josefa habia previsto que el descubriria la verdad, pensando que estaria feliz de poder finalmente estar con su amada Julia. Nunca imaginó que él viajaría tan lejos para encontraria.
Pero no le importaba su estado emocional, ni siquiera quería hablar más con él. Estaba a punto de irse cuando Bernardo, incapaz de contenerse, elevó la voz.
-Josefa!
La llamada hizo que todos alrededor se giraran hacia ellos. En el centro de las miradas, Josefa suspiró resignada y se detuvo, volviendo la vista hacia él.
La distancia era evidente en sus ojos. Cuando habló, solo lo hizo de manera formal.
-Sr. Borges, ¿a qué se debe su visita? Si no hay nada más, es casi hora de regresar al trabajo.
Sus ojos se enrojecieron de repente, como un cachorro abandonado, buscando compasión en su dueña. Al hablar, su voz se quebró.
-Josefa, te acercaste a mí por un corazón, y ahora me dejas sin dudarlo. ¿Cómo puedes venir y marcharte a tu antojo, decidir el divorcio sin mi conocimiento? Esa firma no tiene validez para mí.
Josefa negó con la cabeza, una sonrisa sarcástica cruzó por sus labios.
-Pero Sr. Borges, yo le pregunté.
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