Capítulo 14
Bernardo apretaba los labios, evitando mirar a Julia a los ojos. En el fondo, se sentía cada vez más culpable hacia Josefa. Si ella no se hubiera ido y todavía estuviera a su lado, quizá cuando Julia le dijo que quería estar con él, habría aceptado con alegría.
Sin embargo, el evitar su mirada hizo que el corazón de Julia se enfriara por completo. Sus labios rojos temblaban ligeramente de ira y, después de un rato, soltó una carcajada. -Bien, bien, Bernardo, supongo que fui ciega al haberme enamorado de alguien como tú -dijo con furia mientras daba media vuelta para irse. Al llegar a la puerta de la habitación, se detuvo y miró hacia atrás-. Bernardo, eres un miserable. Te mereces nunca estar con la persona que amas.
Terminando sus palabras, se marchó, y la puerta se cerró con un estruendo que resonó en la habitación. El corazón de Bernardo dio un vuelco, sin saber si era por el portazo o por las palabras de Julia.
Finalmente, la habitación quedó en silencio, solo él y sus pensamientos. Se revolvía en la cama, incapaz de encontrar la paz. Después de un rato, tomó el teléfono y llamó
nuevamente a Mario.
-Investiga el pasado de la señora, desde su nacimiento hasta ahora. Quiero saberlo todo.
No tuvo que esperar mucho. Antes de que los amigos de Liam llegaran a la mañana siguiente, Mario le entregó toda la información.
Bernardo revisaba los documentos, y su expresión se volvía cada vez más sombría. En los documentos, se detallaba que Josefa había tenido un novio de la infancia, Óscar, un ejemplo de pareja perfecta a los ojos de todos. Habían estado juntos trece años, a punto de casarse.
Desafortunadamente, una tragedia rompió su vida hace cuatro años. Un accidente de carro cambió todo; Óscar murió protegiéndola.
Después de su muerte, la familia Valdés decidió cumplir su último deseo y donaron su corazón. Fue entonces cuando Bernardo encontró un corazón compatible y sobrevivió. Ese mismo año, Josefa apareció en su vida.
Todo finalmente tenía sentido, pero no fue el corazón de Óscar el que le donaron. Recordando cómo Josefa le había preguntado sobre el donante de su corazón, se dio cuenta de que ella había cometido un error en su investigación, creyendo que Óscar era el donante.
No era de extrañar que ella apareciera de repente en su vida, persiguiéndolo tan intensamente; que una vez juntos, le encantara recostarse sobre su pecho y escuchar los latidos de su corazón; que, al descubrir que el donante era alguien de apellido Quiroz,
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nunca volviera a acercarse a él.
Recordó el altercado por un collar con Julia. Cuando él le preguntó si realmente valía la pena por un simple collar, ella gritó que sí, que era un regalo de su amor más querido. Cuando él prometió conseguirle otro, ella se quedó atónita.
También recordó que, en un juego de preguntas y respuestas, cuando le preguntaron si su amor más grande estaba en la sala, respondió sin dudar que no.
Josefa nunca le había mentido; simplemente había sido él quien lo malinterpretó.
Bernardo dejó los documentos, intentando controlar sus emociones, pero al final sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Sr. Borges, ¿se encuentra bien? -preguntó Mario, notando su estado.
Bernardo no respondió, solo hizo un gesto para que Mario se fuera.
Mario, entendiendo, se dirigió a la puerta. Pero justo cuando estaba por salir, Bernardo lo detuvo.
-Investiga si la persona que recibió el corazón de Óscar está en Aguamar ahora.
-Claro, Sr. Borges.
La puerta se cerró suavemente, dejando la habitación en un silencio absoluto. La tensión en el aire permitió que las emociones de Bernardo finalmente se desbordaran. Se cubrió el rostro con las manos, su llanto contenido finalmente emergió.
Había creído que él era quien podía irse en cualquier momento, que Josefa lo amaba tanto que había permanecido a su lado un poco más. Pensaba que si ella no podía vivir sin él, incluso si se divorciaban, podría mantenerla cerca.
Ahora, se daba cuenta de que había sido él quien se engañaba a sí mismo.
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