Capítulo 7
Mercedes sintió cómo el corazón se le ablandaba al ver a Rosalba, así que dejó de lado todos sus problemas y se quedó acompañándola hasta que terminaron las galletas.
Jamás imaginó que Brayan, quien se había marchado antes, regresaría tan pronto.
Y no venía solo. Traía consigo a Guadalupe.
Guadalupe, al hablar con Brayan, mantuvo una actitud bastante cordial.
-Hoy en la mañana revisé a la niña y confirmo que el diagnóstico anterior sigue siendo el
mismo. Rosalba necesita continuar el tratamiento, si no, su situación solo va a
empeorar…
Conversaba con Brayan sobre el estado de Rosalba, sin dirigirle ni una mirada a Mercedes.
A Mercedes le provocaba rechazo esa actitud y, de igual forma, decidió ignorarla por completo.
Brayan, todavía molesto por el episodio anterior en el que Mercedes logró que Guadalupe se fuera, le lanzó una mirada de reproche.
-Ya escuchaste lo que dijo la doctora Guadalupe. Tengo que subir a trabajar, así que coopera con su tratamiento. Espero que no repitas el error de antes.
Dicho esto, se fue directo a su estudio sin voltear ni una vez.
En cuanto Brayan desapareció, Guadalupe cambió de actitud al instante y volvió a esa postura arrogante que tanto la caracterizaba.
-Mercedes, que te quede claro: solo regresé porque el señor Brayan me lo pidió. Si no fuera por él, ni aunque me rogaras de rodillas pondría un pie más en esta casa.
Mercedes ni se molestó en responderle.
¿Rogarle? ¡Qué risa!
Guadalupe, sin embargo, parecía disfrutar su pequeña victoria y la miró con aire triunfante antes de sentarse a platicar con Rosalba.
Esta vez, su voz sonó mucho más suave.
Aun así, Mercedes notó de inmediato que Rosalba rechazaba a esa mujer; los ojos que antes brillaban de alegría por las galletas, ahora lucían opacos y apagados.
Eso le pareció extraño a Mercedes y se puso a observar todo con más atención.
Pero Guadalupe solo se dedicó a tomar notas sobre el estado de Rosalba y a orientarla en lo emocional, al final recetó un par de medicamentos. Nada raro a simple vista.
Capitulo 7
Para cuando Brayan terminó sus asuntos, Guadalupe ya había concluido la sesión.
Ella misma se dirigió a Brayan con una sonrisa profesional.
-Señor Brayan, por hoy el tratamiento termina aquí. Estos medicamentos hay que dárselos todos los días, si no, la niña puede recaer y descontrolarse mucho.
Brayan asintió.
-Gracias, doctora Guadalupe. Aprecio su esfuerzo.
Guadalupe sonrió coquetamente.
-No hay de qué, usted confía en mi trabajo, así que siempre voy a dar lo mejor… Bueno, me retiro por hoy.
Brayan hizo un gesto de asentimiento y, sin mostrar emoción, miró a Mercedes y le recordó:
-Acompaña a la doctora Guadalupe a la salida.
Mercedes, sin ganas de hacerlo, fingió no escuchar, agarró el frasco de medicinas y se
acercó a Rosalba.
-Rosalba, ven, vamos a tomar la medicina.
La actitud de Mercedes provocó otra ola de molestia en Brayan.
Pero antes de que pudiera decirle algo, su celular sonó.
Vio el nombre en la pantalla, se apartó para contestar y su voz se volvió notoriamente
más suave.
En cuestión de minutos regresó apresurado y soltó:
-Tengo que salir, hay un asunto en la empresa.
Y salió de la casa sin más.
Mercedes ya no tenía ni la menor intención de seguir pensando en él.
Sirvió un vaso de agua tibia, lista para convencer a Rosalba de tomar sus pastillas.
Sin embargo, al tomar el frasco de las medicinas, algo le pareció fuera de lugar.
Ese olor… ¿por qué le resultaba tan parecido al de los tranquilizantes fuertes?
Se acercó y olfateó cuidadosamente.
¡Sí, definitivamente era ese olor!
El rostro de Mercedes se transformó por completo.
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Capítulo 7
Si esas pastillas eran tranquilizantes, eso explicaría por qué después de cada sesión con Guadalupe, Rosalba terminaba tan calmada y luego se quedaba dormida, haciendo creer a todos que el tratamiento de Guadalupe funcionaba de maravilla.
El corazón de Mercedes se llenó de angustia.
¡El estado de Rosalba no requería ese tipo de medicamentos!
¡Ese tratamiento podía causarle daños severos!
Ahora dudaba más que nunca de la supuesta fama de Guadalupe como experta en psicología.
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