Capítulo 35
Mercedes al principio temía que, con tantas piezas, Rosalba se sintiera abrumada.
Pero para su sorpresa, la niña apenas empezó a jugar, se sumergió de lleno y su velocidad superó cualquier expectativa. Armaba el rompecabezas rapidísimo y, al poco rato, ya había encontrado el patrón.
Mercedes intentó ayudarle buscando algunas piezas, pero iba mucho más lento que la chiquilla.
Al final, fue ella quien terminó necesitando la ayuda de su hija.
-¡Rosalba, mi amor, eres increíble! Esta pieza, mamá la estuvo intentando un buen rato y tú, con solo verla, la pusiste en su lugar. ¡Ven, deja que te dé un besote!
Le plantó un beso sonoro en la carita suave de la niña, con una mezcla de orgullo y ternura que le iluminaba los ojos.
Su pequeña, aunque tuviera autismo, era sumamente inteligente; todo lo aprendía en un abrir y cerrar de ojos.
A ese tipo de juegos de ingenio, prácticamente no les encontraba dificultad.
Rosalba, sonrojada por el beso, soltó una risita tímida y abrazó a su mamá. Luego, como si quisiera corresponder, frotó su cabecita contra ella.
Mercedes sentía que el corazón se le derretía.
Le dio varios besitos más y la animó:
-Rosalba, sigue armando. Cuando termines el rompecabezas, mamá te va a llevar al zoológico a ver a los osos panda.
Los ojitos de la niña se iluminaron al instante. Asintió con energía y volvió a sumergirse en su tarea, concentrada como nunca.
Mercedes se quedó a su lado, sin interrumpirla, simplemente observándola con una sonrisa tranquila.
Fue en ese momento que se escuchó el ruido de la cerradura en la puerta principal.
Mercedes giró la cabeza de manera automática y vio a Brayan entrando desde afuera, cruzando la puerta con paso firme.
El hombre vestía un traje hecho a la medida que resaltaba su figura atlética: hombros anchos, cintura estrecha, Llevaba el abrigo colgado despreocupadamente en el brazo. Su rostro, de facciones marcadas, transmitía cierto cansancio.
Todo indicaba que acababa de regresar de un viaje de trabajo.
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Cachute 23
Aun así, ni el agotamiento lograba opacar ese aire distinguido y seguro que siempre lo acompañaba
Mercedes, al verio, ya no reaccionó como antes. No se acercó a preguntarle si estaba cansado, ni intentó tornarle las cosas de las manos.
Ahora, solo tenía una idea clara en la cabeza.
Por fin había llegado el momento de resolver lo del divorcio.
Con solo firmar, podría llevarse a Rosalba, mudarse de esa casa y cortar todo lazo con la familia Cruz
Así no tendría que volver a sentirse incómoda por Brayan y Pamela.
Sin embargo, apenas pensó eso, Brayan ya estaba frente a ella.
Él tiró el abrigo en el sofá sin miramientos. Su expresión cambió en un segundo, endureciéndose con una sombra de molestia. Sin rodeos, la encaró:
-Mercedes, ¿lo hiciste a propósito?
Su voz se escuchaba dura, casi cortante.
Incluso Rosalba, que estaba absorta con el rompecabezas, se sobresaltó.
La niña levantó la cabeza, con una mirada confusa.
Mercedes, por instinto, le acarició la espalda a la pequeña para calmaria. Cuando Rosalba bajó la cabeza y siguió jugando, Mercedes enfrentó a Brayan, desconcertada.
-¿De qué estás hablando?
Brayan la miraba desde arriba, sin preocuparse de si asustaba o no a la niña.
-Te pedí que entregaras tu trabajo de manera ordenada y que no causaras más problemas. Pero, en vez de eso, te las ingeniaste para dejar un error en el sistema. ¿Sabes el llio que armaste? Por tu terquedad, el proyecto con el señor León se retrasó. Ahora él está pensando en cancelar el trato con el Grupo Cruz.
Hizo una pausa y añadió, con tono aún más tajante:
– no solo fue el señor León. Otros clientes también se han quejado. Ahora mismo, todos en el departamento de desarrollo están molestos. ¿Eso era lo que buscabas? ¿Querías que Pamela quedara mal para que no resistiera y tú pudieras volver al Grupo Cruzz
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