Capítulo 31
Mercedes endureció el semblante y su voz se volvió aún más filosa.
-Tus palabras sí que son pesadas. Yo no he puesto trabas a nadie. Todo el proceso de entrega en el trabajo lo he hecho conforme al reglamento del Grupo Cruz.
Se giró hacia Estefanía y Víctor, sin perder la compostura.
—Estos años, mi desempeño en el Grupo Cruz ha sido intachable y papá lo sabe bien. ¿Cuándo he tomado a la ligera mis responsabilidades? Si Pamela tuvo problemas al tomar el puesto, es porque no da la talla o simplemente no está a la altura.
Se detuvo un segundo, respirando hondo.
-Y si he intervenido con el hijo de Pamela, fue porque una y otra vez ha molestado a Rosalba, la ha insultado y hasta la ha lastimado. Por eso tuve que actuar y ponerle un alto…
-¡Ya basta! -Estefanía la interrumpió de golpe, visiblemente molesta, la voz tan aguda que casi cortaba el aire-. Mercedes, no tienes por qué justificarte aquí ni mucho menos inventar cosas sobre Leonel. Ese niño lo hemos visto comer con nosotros. Es un chico educado y agradable.
Arrugó la frente, señalando a Mercedes con un gesto de fastidio.
-¡Deja de inventar cosas y de querer manchar la imagen de un niño!
Víctor también frunció el ceño, y soltó con voz grave:
-Los niños son traviesos por naturaleza. Leonel acaba de regresar y busca con quién jugar. Además, es normal que los niños, sobre todo los varones, sean inquietos. No queda bien que tú, siendo adulta, te pongas a pelear con un niño. Eso sí que nos hace quedar mal como familia Cruz.
Mercedes, al escuchar esto, perdió el ánimo de seguir discutiendo.
Ya debería haberlo sabido. A excepción de la abuelita, todos en la familia eran iguales. No la querían, ni tampoco a Rosalba.
Pensó que,
al menos por ser su nieta, cuando la lastimaran sentirían algo de compasión. Pero la realidad le demostraba lo contrario.
Esa pareja y Brayan… todos cortados con la misma tijera.
El gesto de Mercedes se volvió aún más distante, sin ganas de seguir perdiendo el tiempo.
-Ya entregué todo lo que hacía falta. ¿Hay algo más? Si no, me llevo a Rosalba y nos
vamos.
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Capitulo 31
Estefanía ni siquiera intentó retenerlas. Al contrario, parecía ansiosa por verlas salir.
-Ya no tienes nada que hacer aquí. Lárgate -dijo, moviendo la mano con desdén, casi
como si espantara una mosca.
Mercedes ni siquiera se molestó en despedirse. Dio media vuelta y fue a buscar a Rosalba para salir juntas de la mansión Cruz.
Apenas habían cruzado el jardín cuando, para su sorpresa, se toparon de frente con Raúl, que salió de entre los arbustos.
Raúl había estado afuera, cerca de la ventana, hablando por teléfono, así que escuchó toda la discusión de Mercedes con su madre.
Ahora, se acercó especialmente para burlarse de ella.
-Vaya, Mercedes, ¿de verdad creíste que podrías ensuciar la imagen de Pamela frente a mi mamá? Parece que no sabes que Pamela creció bajo la mirada de ella. Su mamá y la mía son amigas desde hace décadas.
Le lanzó una mirada cargada de desprecio.
-¿En serio pensaste que con un par de comentarios podrías hacer que la familia te aceptara? No sueñes. No le llegas ni a los talones a Pamela…
Quizá aún tenía en mente aquel día en que Mercedes le llamó “lamebotas“.
Raúl, sin piedad, siguió atacando.
-Pamela viene de buena familia, es guapa, tiene porte y es reconocida por su talento en el medio. Hasta cuando viaja por trabajo, se acuerda de traerle regalos a cada uno de
nosotros…
Hizo una pausa y la miró de arriba abajo.
-Pero mírate a ti. Llevas años casada con mi hermano y ni siquiera sabes hacer bien las cosas. Te la pasas provocando disgustos, siempre metiendo la pata. Por eso mi hermano no te soporta y sigue pensando en Pamela. Jamás te ha valorado…
Se encogió de hombros, soltando una risa burlona.
-¿Y qué si tuviste una hija? Te dieron la oportunidad y no supiste aprovecharla. Ni siquiera lograste ganarte el corazón de mi hermano. Así de inútil eres.
El rostro de Raúl estaba repleto de burla y desden, disfrutando cada palabra hiriente que lanzaba.
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