Capítulo 26
Brayan tenía el semblante tan severo, como si una tormenta se le hubiera instalado en el pecho.
No soportaba la actitud de Mercedes, y estaba a punto de decirle algo más cuando ella, sin volver la cabeza, se fue directo abrazando a Rosalba y subió las escaleras.
La rabia se le quedó atorada en la garganta, y solo después de un buen rato pudo exhalar con fuerza.
En el fondo, sabía que había consentido demasiado a Mercedes últimamente.
Por eso ella se atrevía a hacer berrinches una y otra vez, enfrentándolo con mala intención.
Y no sólo eso, incluso en los asuntos de trabajo, Mercedes ya se había puesto en su contra, y todo solo para fastidiar a Pamela.
Ahora, hasta Leonel había terminado pagando los platos rotos.
¿Cómo era posible que no se hubiera dado cuenta antes de lo rencorosa que podía ser Mercedes?
Brayan sentía como la furia le subía por la sangre.
Leonel, que parecía captar el cambio de su ánimo, le tomó el dedo con delicadeza, y con una expresión llena de remordimiento dijo:
-Señor, perdóneme, fui yo quien hizo enojar a la señorita Mercedes, por eso me odia tanto. Ya no voy a venir a jugar con Rosa… No se enoje, tampoco me deje de querer, ¿si? Me gusta mucho estar con usted… Y si mi mamá se entera, seguro se pondrá triste. Antes de venir, me pidió que tratara bien a la señorita Mercedes y que cuidara a Rosa, pero no lo logré…
Mientras hablaba, el niño apretó la boca y puso una cara tan lastimera que daba ganas de apapacharlo.
Brayan, por más molesto que estuviera, no pudo evitar enternecerse al ver al niño.
De inmediato le revolvió el cabello con cariño y le dijo en tono tranquilo:
-Tranquilo, Leonel, yo no te odio, al contrario, me caes muy bien… No le hagas caso a la señorita, yo sé que no lastimaste a Rosalba a propósito.
Cuando regresemos, voy a hablar con tu mamá, para que no se preocupe.
Después, voy a buscar la manera de que puedas jugar con Rosalba en otro momento…
Por ahora, ¿te parece si vamos a buscar a tu mamá? Hoy vamos a conocer su nueva casa y luego vamos a comer juntos.
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-¡Sí, va! -respondió Leonel, limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano, todo obediente-. Ya sabía yo que usted es el mejor conmigo.
Brayan sonrió de lado, no se entretuvo más en la casa, tomó su saco y salió acompañado de Leonel.
El niño caminaba tranquilo, dejándose guiar de la mano.
Justo antes de salir, Leonel volteó a mirar hacia arriba, y una sonrisilla traviesa se asomó
en su cara.
-¡Yes! ¡Plan cumplido! -pensó, todo emocionado.
Ese día había logrado molestar a la pequeña tonta y, de paso, hacer que la señora se descontrolara.
Al regresar… Su mamá seguro iba a premiarlo como se merecía.
¿Y ahora qué pediría de premio?
Un robot transformable, tal vez.
O que lo llevara al parque de diversiones…
Si Brayan hubiera notado esa mirada, habría descubierto el brillo travieso de un niño que acababa de hacer una de las suyas.
En la segunda planta, Mercedes ya había regresado al área de juegos infantiles, con Rosalba en brazos.
El ardor por el chile seguía molestando a la pequeña, que no dejaba de gimotear pegada al pecho de su mamá.
Mercedes la mecía y le daba palmaditas suaves en la espalda, intentando tranquilizarla mientras caminaba.
En ese momento, al pasar frente a la ventana, pudo ver claramente a Brayan abajo, a punto de marcharse con el hijo de Pamela.
Para su sorpresa, el hombre que antes había sido tan cortante con ella, ahora mostraba una expresión cálida mientras ayudaba a subir al niño al auto.
Del otro lado, Mercedes alcanzó a ver un ramo de rosas rojas sobre el asiento.
Desde allá arriba, escuchó vagamente la vocecita de Leonel:
[¡Guau! ¡Qué bonitas flores! ¿Son para mi mamá?]
Y Brayan respondió:
[Sí.]
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Capítulo 26
Un escalofrío le recorrió la espalda a Mercedes, como si le hubieran arrojado un balde de agua helada.
En cuatro años de matrimonio, ese hombre jamás le había regalado ni una flor,
Mercedes soltó un suspiro amargo. Ya no tenía sentido esperar nada de él.
A partir de ese momento, solo pensaría en ella y en Rosalba. Se encargaría de que su futuro estuviera bien protegido.
Al apartar la vista, Mercedes siguió arrullando a Rosalba hasta que la niña, agotada de tanto llorar, se quedó dormida.
La acomodó en la cama y, sin perder tiempo, fue por la laptop.
Tenía dos cosas importantes que hacer.
Lo primero: preparar el acuerdo de divorcio con Brayan.
Pero al revisar plantillas en internet, se dio cuenta de que ninguna se ajustaba a su
situación.
Después de pensarlo, decidió escribirle a su mejor amiga.
[Ceci, ¿tienes algún conocido que sea abogado? ¿Podrías ayudarme a conseguir un modelo de acuerdo de divorcio?]
La respuesta de Cecilia llegó casi al instante.
[Claro que sí, no hay problema, te lo consigo. Pero… ¿no vas a incluir ninguna condición especial? ¿Nada más quieres el formato? ¡Eso se lo dejas muy barato a Brayan!]
La pregunta de su amiga la hizo detenerse.
Cuando se casó con Brayan, lo hizo de cabeza, jamás imaginó que terminaría así. Ahora que lo enfrentaba, se sentía fuera de lugar, sin idea de por dónde empezar.
[¿Y qué tipo de condiciones debería poner? ¿Cómo se agregan?]
Cecilia le mandó una nota de voz:
[Brayan tiene muchísimo dinero y además fue el que falló en el matrimonio. Lo mínimo es que te compense a ti y a Rosalba. Yo digo que le pidas cien millones, doscientos millones, ¡lo que se merece!]
Quizá notando que Mercedes estaba agotada, Cecilia decidió tranquilizarla:
[Mira, ni te preocupes. Yo lo consulto con mi amiga abogada y entre las dos armamos el acuerdo. Cuando esté listo, te lo paso para que lo revises. Te aseguro que voy a pelear por lo que te corresponde, no voy a dejar que salgas perdiendo.]
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