Capítulo 24
Mercedes no le prestó atención al mocoso problemático.
Aun así, no se sentía tranquila dejando a Rosalba ahí.
Pero la pequeña, abrazando su peluche de zorro rosa, estaba tan contenta que Mercedes no quiso arruinarle el momento, así que se quedó a su lado, vigilándola de cerca.
Al poco rato, Leonel salió cargando dos vasos de jugo.
Primero le echó un vistazo a Mercedes.
Ella lo miraba de reojo, con una expresión dura y desconfiada.
Leonel fingió que no se daba cuenta y se giró hacia Brayan, que seguía trabajando. Con una sonrisa, soltó:
-Señor, ya terminé de preparar los jugos.
Levantó uno de los vasos, y añadió:
-Este es para Rosa.
Brayan lo miró de reojo y asintió, sorprendido:
-Vaya, no esperaba que supieras hacer esto. ¡Qué bien!
Leonel bajó la cabeza, algo tímido, y respondió:
-Me enseñó mi mamá…
Brayan asintió, señalando a Rosalba para que le entregara el vaso.
Mercedes frunció el ceño, alerta, y preguntó:
-¿Qué es eso?
Leonel, con cara de niño bueno, contestó:
-Es jugo de naranja que preparé yo mismo. Quería pedirle perdón a Rosa.
Mientras hablaba, le puso el vaso en las manitas a Rosalba.
La niña, sorprendida, dejó caer el peluche porque no pudo sostener ambas cosas.
Mercedes se adelantó sin pensarlo, atrapando el peluche al vuelo, pero la ansiedad se le trepó al pecho,
Miró el vaso de jugo naranja con una inquietud que no podía explicar.
Por un momento, le pareció que aquello no era jugo, sino veneno puro…
-¡No lo bebas…!
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Capitulo 24
Mercedes apenas pudo decirlo, intentando detener a su hija.
Pero Leonel fue más rápido.
Agarró su propio vaso y se lo tomó de un trago, sin dudar.
Cuando terminó, se limpió la boca y exclamó, muy satisfecho:
-¡Está bien dulce este jugo!
Luego miró a Rosalba, animándola:
-Rosa, pruébalo tú también.
Brayan ni pensó que un niño pudiera hacerle algo al jugo.
Sólo le revolvió el cabello a Rosalba y le dijo:
-Es un detalle de Leonel, tómalo tranquila.
Con esa aprobación, la niña dudó un poco, pero al final asintió, tomó el vaso y le dio un pequeño sorbo.
En cuanto el líquido le tocó la lengua, no puso la cara de felicidad de Leonel.
Al contrario, su carita suave y pálida se quedó tiesa.
Mercedes sintió cómo se le apretaba el corazón al ver la expresión de su hija.
Iba a preguntarle qué pasaba, pero no alcanzó a decir nada. Rosalba, de repente, soltó un -¡Guácala!– y escupió todo el jugo, empezando a toser fuerte.
En dos segundos, la carita de la niña estaba roja de tanto toser y las lágrimas le rodaban por las mejillas.
-¡Rosalba!
Mercedes se alarmó, corrió a su lado y le dio palmaditas en la espalda, mientras limpiaba el jugo derramado con unas servilletas.
-¿Qué te pasó?
Rosalba parecía muy incómoda, y sus labios se pusieron rojos, como si se hubiera quemado.
Pasó un rato antes de que, entre sollozos, alcanzara a decir:
-Pica…
El rostro de Mercedes cambió de inmediato. Levantó el vaso de jugo y le dio un sorbo.
De pronto, una quemazón invadió su boca.
Se llenó de rabia y fulminó a Leonel con la mirada, preguntando:
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Capo 24
-¿Qué le pusiste al jugo? ¿Por qué el jugo de naranja pica?
Leonel, asustado por su reacción, dio un paso atrás y terminó cayéndose al suelo.
Con una mirada confusa y temblorosa, negó con la cabeza:
-Yo… no sé.
Brayan también arrugó la frente. ¿Jugo de naranja picante? ¿Eso existe?
Se acercó, tomó el vaso de la mano de Mercedes y probó un poco.
La quemazón era imposible de ignorar…
Miró a Leonel, y le preguntó con seriedad:
-Leonel, ¿qué le pusiste al jugo?
-Nada… sólo fruta…
Leonel parecía más nervioso que nunca. Entonces, como si algo se le encendiera,
recordó:
-¿Será por la verdura verde que estaba en la mesa?
Frunció la frente, fingiendo inocencia, y le preguntó a Brayan:
-¿Esa verdura tiene algo de raro?
Sin esperar respuesta, murmuró:
-No creo que tenga problema…. Vi que mi mamá siempre come de esa para cuidar la figura, a veces hasta la usa para hacer jugos.
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