Capítulo 18
Mercedes se quedó sin palabras ante su propio acto improvisado. No tuvo ni tiempo de reaccionar, cuando Brayan, con el ceño marcado, intervino antes que ella pudiera abrir la boca.
-¡Por supuesto que puedes sentarte!
Acto seguido, Brayan la miró con ojos duros, y le soltó sin rodeos:
-Mercedes, no te pases. Pamela te invitó con buena intención, ¿qué actitud es esa?
Mercedes sintió ese mismo dolor punzante en el pecho de siempre, como si le abrieran otra herida que aún no sanaba. Por mucho que ella fuera la protagonista de esa reunión, Pamela había llegado a meter su cuchara, y sin embargo Brayan prefería hacerse el ciego. ¿Por qué nunca veía lo que tenía delante de las narices?
Se preguntó cómo no se había dado cuenta antes de lo torcida que podía ser la mente de ese hombre.
Mercedes ya no quería seguir aguantando. Pero Frida, sentada a su lado, se asustó tanto que casi se atraganta.
Después de todo, Brayan era el presidente del Grupo Cruz, el tipo con más dinero de todo San Tomás de los Ríos. Meterse en problemas con él era buscarse la ruina.
Y peor aún, Mercedes ya había renunciado. Bastaba una palabra suya para que nadie
más la contratara en el sector.
Frida se apresuró a tomarle la mano a Mercedes, y le dijo bajito:
-Jefe, Mercedes no lo hizo con mala intención, no se enoje… Ella ha dejado el alma en el laboratorio todos estos años, y ahora que se va, pues claro que se siente rara y por eso
contestó así. No se lo tome a mal, por favor…
Los otros compañeros también quisieron apoyar a Frida:
-Eso es, jefe, usted es muy comprensivo.
-Señorita Pamela, Mercedes seguro no quiso decir nada malo, no lo.tome a mal…
Entre todos intentaron calmar el ambiente.
Justo en ese momento, llegó el mesero con la comida, trayendo consigo un respiro a la tensión que flotaba en el aire. Alguien con buen tino aprovechó para halagar los platillos y propuso un brindis por Brayan y Pamela, cambiando de tema.
Brayan, al ver esto, retiró su mirada cortante y dejó el asunto ahí.
Frida soltó un suspiro de alivio, y enseguida le sirvió comida a Mercedes, murmurándole
al oído:
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Capitulo 18
-No te vayas a poner impulsiva. A esa gente no le podemos hacer frente, mejor aguanta, que si no, se te va a cerrar el mundo laboral…
Mercedes percibió el cuidado de Frida y, aunque tenía ganas de estallar, se obligó a controlar su enojo y no levantarse de la mesa.
Recordó que cuando recién llegó al Grupo Cruz, Frida le echó la mano muchas veces. Así que, esta vez, decidió aguantar por ella.
:
El convivio siguió.
Poco a poco, conforme las copas se vaciaban, la mesa se fue animando. Brayan, que siempre parecía inalcanzable y reservado, hoy estaba más accesible que nunca, todo por Pamela. Eso alentó a los demás a acercarse a brindarle.
Pamela, al ver la escena, levantó la mano para detenerlos:
-Brayan no puede tomar mucho, su estómago anda mal. El resto de los brindis, yo los tomo por él.
Sin titubear, tomó la copa y se la bebió de un trago.
Brayan no la detuvo, pero la miró con una ternura poco habitual en él.
Le habló en voz baja:
-Tampoco tomes tanto, no quiero que termines mareada.
Pamela le guiñó un ojo y sonrió:
-Tranquilo, ahora aguanto mucho más que antes, no me va a pasar nada.
Brayan no pudo evitar sonreírle, dándole su aprobación silenciosa.
Entre los dos se formó un ambiente tan íntimo que el resto quedó excluido.
Para Mercedes, aquello resultó una bofetada.
Recordó que cuando Brayan enfermó del estómago, ella pasó tres o cuatro años preparándole remedios todos los días, ayudándolo a recuperar la salud, gota a gota, sin que él jamás se lo agradeciera.
Parecía que, para él, todo lo que Mercedes hacía era apenas lo mínimo. Nada especial.
Ahora, Pamela solo tenía que evitarle un par de tragos, y él ya se deshacía en ternura.
Definitivamente, el primer amor tiene algo que a ella siempre le faltó.
Mercedes sintió un fuerte malestar en el estómago.
No supo si era por la copa de vino que acababa de tomar o por otra cosa, pero decidió levantarse e ir al baño.
સની દ
3/2
15:47
Una vez ahí, por más que intentó, no pudo vomitar nada.
Con la cara pálida, se sostuvo en la pared hasta que el mareo se le pasó. Cuando la reunión estaba por terminar, volvió al privado.
Pensaba irse antes que los demás.
Sin embargo, al abrir la puerta, lo que vio la dejó helada: Brayan y Pamela estaban
abrazados…
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