Capítulo 17
Resultó que justo al atardecer, cuando todos salieron del trabajo y se preparaban para ir juntos al restaurante, se toparon con Pamela, que estaba a punto de irse.
Al enterarse de que el grupo iba a salir a cenar, Pamela se mostró muy entusiasta y dijo que quería acompañarlos.
-Dijo que ella iba a invitar, y justo el jefe también estaba ahí, así que planeaba sumarse. Nos dio pena rechazarla… pero Mercedes, de verdad, créenos, nosotras sí aclaramos que era tu despedida. Nadie mencionó nada de ‘bienvenida‘ ni nada parecido…
Frida explicó rápido la situación, temiendo que Mercedes se molestara o malinterpretara las cosas.
Mercedes mantuvo el gesto serio y no respondió enseguida.
En el fondo, sabía que no podía culparlos a ellos por lo ocurrido.
Al final, ellos solo querían hacerle un buen gesto, y jamás imaginaron que Pamela se
metería a la fuerza.
Esa mujer lo había hecho todo con toda la intención.
El ambiente en el privado se puso tenso, como si el aire se hubiera vuelto pesado.
Pero Pamela, como si no se diera cuenta de nada, se acomodó con total naturalidad, jalando a Brayan para sentarse juntos en los dos lugares vacíos.
Además, se las arregló para sentarse justo entre Mercedes y Brayan, separándolos a propósito.
Después, con una sonrisa amable, preguntó a todos:
-¿Ya pidieron la comida?
-Todavía no…
Algunos compañeros respondieron con una risa incómoda.
Pamela asintió y comentó, sonriendo:
-Entonces, déjenme pedir por todos, ¿no les molesta, verdad?
Con Brayan presente, ¿quién se atrevería a decir que no?
Pamela, por supuesto, lo sabía. Aun así, disimuló un poco y explicó:
-Conozco muy bien este restaurante. Desde la prepa venía mucho con Brayan, así que sé qué platillos son los mejores aquí. Ya verán, van a probar cosas deliciosas.
Sin esperar la reacción de nadie, comenzó a hacer el pedido con rapidez.
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Capitulo 17
En medio de eso, se inclinó hacia Brayan y, con un tono bastante cercano, le dijo:
-¿Sigues con los mismos gustos? Pedí varios de los que siempre te gustaban, ¿todavía te laten?
Brayan mostró una expresión que parecía relajada, hasta el brillo de sus ojos cambió, y contestó en voz suave:
-Sí, me gustan.
Pamela soltó una risa coqueta y ligera.
Todos en la mesa vieron la interacción entre los dos.
Unas cuantas miradas se cruzaron en silencio, como si todos se pusieran de acuerdo sin hablar.
Así que sí, los rumores eran ciertos: el jefe tenía algo muy especial con la nueva directora. Algunos de los presentes empezaron a replantearse la importancia de Pamela dentro del laboratorio.
Mercedes, por su parte, sintió una oleada de hartazgo. Ya ni ganas de comer le quedaron. Quiso levantarse e irse, sin querer quedarse en ese ambiente tan desagradable.
Justo cuando iba a ponerse de pie, Frida, que estaba a su lado, tomó otro menú y se lo pasó con cariño:
-Mercedes, me acuerdo que te encanta el pescado y las costillitas agridulces. ¿Te los pido, va?
Ese pequeño gesto hizo que todos volvieran a poner la atención en Mercedes.
Después de todo, la despedida era por ella.
-¡Eso no puede faltar! -se sumaron varios.
Mercedes no alcanzó a decir nada, porque Pamela ya había intervenido:
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¡Ay, miren nada más! Ni le pregunté a Mercedes qué le gusta. Aunque te vayas, tengo que agradecerte todo lo que has hecho por el laboratorio.
-Hoy come todo lo que quieras, yo invito… Considéralo una despedida digna.
Marcó con intención las palabras “despedida“, fingiendo un tono apenado.
Sin embargo, Mercedes le notó en la mirada un destello de triunfo que casi nadie habría percibido.
La observó con frialdad,
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Capitulo 17
Esa mujer… sí que sabía fingir.
De hecho, su actuación merecía un premio.
Pero Mercedes no pensaba caer en ese juego.
Con voz dura, le contestó:
-Srta. Pamela, usted y yo ní nos conocemos, ni hemos trabajado juntas. Así que, si de despedidas se trata, no creo que sea usted la indicada para hacérmela.
Pamela se quedó pasmada al escucharla; luego, puso una cara como de niña regañada, entre apenada y perdida.
-Perdón, fui imprudente… no era mi intención. Solo pensé que este lugar antes era tuyo y ahora lo ocupo yo. Como te vas, sentí que tenía que despedirte…
Bajo la cabeza de repente, como si hubiera cometido una falta, y murmuró:
-¿Estás molesta conmigo, Mercedes? ¿No debí aceptar el puesto de directora?
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