Capítulo 16
-Hoy en la mañana, cuando fui a entregar unos documentos, escuché que la secretarial del piso de arriba decía que ella es la persona especial del jefe. Que quién sabe, tal vez pronto será la esposa del jefe…
Mercedes escuchaba aquel chisme sin sorprenderse ni tantito.
Pamela apenas llevaba un día en la empresa, y ya Brayan y Raúl estaban ahí, echando el hombro por ella en todo momento.
No era raro que todos sacaran esas conclusiones.
Además… en el fondo, Mercedes sospechaba que, tarde o temprano, esos rumores sí podían volverse realidad.
Sin ganas de meterse en la plática, esperó a que las demás terminaran de hablar para decir al fin:
-Perdón, ya no podré seguir trabajando con ustedes. De ahora en adelante, sigan con la nueva responsable y échenle ganas. Espero que la vida nos vuelva a juntar algún día.
Las compañeras, que hace un momento estaban bien metidas en el chisme, se quedaron calladas de golpe al escuchar sus palabras.
La subdirectora Frida se acercó a ella, le tomó el brazo y soltó:
-Mercedes, tú eres demasiado buena como para quedarte abajo. Si el laboratorio no te valora, por lo menos déjanos despedirte como se debe. ¿Te parece si esta noche vamos a cenar todas juntas?
-Sí, Mercedes, es la primera vez que tengo una jefa tan buena. Me va a doler mucho que ya no estés, pero por favor no digas que no.
-No sabemos cuándo nos volveremos a ver, mejor reunámonos hoy una última vez.
Mercedes, por dentro, no tenía ganas de cenar ni de celebrar nada.
Pero ante la insistencia de sus compañeras, algunas con los ojos rojos de tanto aguantarse el llanto…
Mercedes no era de piedra.
Frente a ese cariño, ¿cómo podía negarse?
Al final, cedió.
-Está bien, tomémoslo como una comida de despedida.
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Esa noche, en el salón privado de Casa de la Cocina.
Después de dejar a Rosalba acomodada, Mercedes llegó puntual a la cita.
Al llegar, vio que el equipo ya estaba reunido.
Apenas la vieron entrar, todas la recibieron con una calidez especial.
-Mercedes, llegastel Ven, aquí te guardamos lugar especial
Mercedes asintió y, guiada por el grupo, se sentó en el sitio que le tenían reservado.
Pero entonces notó que, a su izquierda, quedaban dos asientos vacíos.
Miró alrededor y preguntó con curiosidad:
-¿Falta alguien más por llegar?
El ambiente se tensó de inmediato. Las compañeras se pusieron incómodas, como si no
supieran qué responder.
Justo en ese momento, la puerta del salón se abrió de golpe.
Entraron dos personas que nadie esperaba ver alli
Nada menos que Brayan y Pamela.
Mercedes se quedó helada. Ni tiempo tuvo de reaccionar cuando Pamela, con esa sonrisa coqueta que siempre traía, saludó a todos:
-Uy, ya estamos completos! ¿No los hice esperar mucho, verdad?
Pamela se volteó a ver el lugar de Mercedes y, sonriendo, añadió:
-Mercedes, tú también vinistel Pensé que no ibes a querer estar en mi bienvenida, pero me alegra que hayas venido.
Brayan, junto a Pamela, apenas le lanzó una mirada a Mercedes. Su cara no mostraba ningún sentimiento.
En ese instante, el ánimo de Mercedes se desplomó.
¿Bienvenida de Pamela?
¿No se suponía que era su despedida?
Miró a su alrededor, buscando el apoyo de sus compañeras.
Pero todas evitaban su mirada, con gestos incómodos, como si no supieran cómo explicarle lo que pasaba.
Con los dedos helados y tragándose la rabia, Mercedes murmuró hacia Frida, que estaba justo al lado:
-¿Me puedes explicar qué está pasando? ¿Por qué está ella aquí? ¿La cena de despedida… era mentira?
Frida, al escucharla, se acercó y le respondió en voz baja, casi susurrando:
-No es eso, Mercedes, te lo juro. Nadie esperaba que las cosas terminaran así…
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