Capítulo 13
Cuando Mercedes regresó de la oficina, aún tenía la mente revuelta por esa duda que la había perseguido durante el camino de regreso.
Sin embargo, poco a poco, logró tranquilizarse.
A fin de cuentas, fuera lo que fuera, ya no importaba. En poco tiempo, dejaría de preocuparse por ello…
Con esa determinación, dejó atrás el asunto y fue en busca de Rosalba.
La pequeña estaba en la habitación infantil, armando de nuevo el castillo de bloques que el hijo de Pamela había destruido días atrás.
La niñera la vigilaba de cerca.
Mercedes se acercó despacio y se sentó junto a su hija para ayudarla a armar las piezas.
En el Grupo Cruz.
Justo después de que Mercedes se marchó, Pamela se hizo cargo de sus responsabilidades.
Al principio, Pamela pensó que, con la salida de Mercedes, tendría la oportunidad de brillar y dejar a todos boquiabiertos con su desempeño.
Pero, ya al enfrentarse de lleno al trabajo, se dio cuenta de que por la falta de una entrega adecuada, había muchísimos datos a los que no podía acceder de forma completa.
Y no solo eso, sino que también le habían bloqueado varios permisos para controlar las computadoras de la oficina.
El rostro de Pamela cambió de expresión, acordándose de lo que Mercedes había intentado decirle antes de marcharse, y que ella misma le había impedido.
Su gesto se tornó serio.
No podía permitir que la culpa cayera sobre ella.
Pensó durante unos segundos, luego recuperó su aire habitual, tomó el elevador y subió directo a la oficina del presidente en el último piso.
Al llegar, la asistente marcó por la línea interna para avisar de su llegada.
Brayan respondió enseguida.
-Que pase.
Pamela entró de inmediato, y con voz suave y dulce saludó:
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Capítulo 13
-Brayan…
Brayan dejó a un lado los documentos que tenía en las manos. Su mirada se volvió especialmente cálida.
-¿Qué haces aquí? ¿No estabas en el proceso de entrega de trabajo? ¿Cómo va todo?
-Sí, ya hicimos la entrega, pero…
Pamela bajó la mirada, titubeando, como si dudara en hablar.
Brayan frunció el entrecejo.
-¿Pero qué? ¿Mercedes te puso trabas?
Pamela apretó los labios y negó con la cabeza.
-No me complicó las cosas… Pero creo que no estaba de buen humor y eso hizo que se le pasaran algunos detalles en la entrega… Ahora hay muchos permisos que no puedo abrir, y no puedo avanzar con mi trabajo.
Los ojos de Brayan se oscurecieron de inmediato, y en su expresión apareció una dureza helada.
Se levantó y le preguntó a Pamela con voz grave:
¿Ella sigue en la empresa?
Pamela respondió:
-No, ya se fue.
Y en seguida, fingiendo comprensión, añadió:
-Brayan, no te molestes con ella, de verdad. Seguro Mercedes no lo hizo con mala intención… La culpa es mía, por no haberme fijado a tiempo. Si yo hubiera prestado más atención, esto no habría pasado…
-No tienes que defenderla.
Brayan la interrumpió con molestia en su voz.
-Esto no es culpa tuya. Seguro Mercedes lo hizo a propósito. Pamela, yo me encargaré de esto, tú regresa a tu oficina y espera noticias mías.
Tras decir esto, tomó su saco y salió de la oficina rumbo a la salida de la
empresa.
Pamela, al ver alejarse su figura alta y delgada, dejó escapar una sonrisa triunfante.
De regreso en casa, Mercedes pasó más de una hora ayudando a Rosalba a terminar el pequeño castillo de bloques.
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Capitulo 13
En un abrir y cerrar de ojos, ya era hora de la comida. Temiendo que Rosalba tuviera hambre, Mercedes decidió llevarla a la planta baja para almorzar.
Rosalba iba de muy buen humor. Mientras tomaba la mano de su mamá, la movía de un lado a otro, juguetona.
Mercedes la miró con ternura reflejada en los ojos.
-Rosalba, mi amor, eres increíble. Qué rápido armaste el castillo. ¡Hasta mejor que tu mamá!
La niña, al ser elogiada, apretó los labios en una sonrisa y sus ojos brillaron como estrellas.
La dulzura y la alegría de su hija aliviaron muchas de las heridas de Mercedes.
Fue entonces cuando notó que cada vez que Rosalba lograba superar un reto o encontraba algo que le gustaba, sus emociones se volvían más vivas y genuinas.
Para Mercedes, ese era un avance enorme y motivo de celebración.
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