Capítulo 4
El tiempo pasó mientras Consuelo y Océano platicaban animadamente, hasta que el auto se detuvo frente a la villa de la familia Lozano. Mercedes descendió del vehículo, pero Océano permaneció sentado, sin moverse.
Bajó la ventanilla. -Tengo una reunión de exalumnos con Consuelo más tarde. Tú deberías descansar, no es conveniente que vayas en tu estado.-
Sin el esperado interrogatorio o insistencia, Mercedes se dio media vuelta y se dirigió hacia la villa. Sin embargo, al girarse, el auto ya había arrancado nuevamente, alejándose
poco a poco.
Ella ya se había preparado mentalmente para que él no regresara esa noche. Pero a media noche, mientras dormía, el sonido del celular la despertó.
Al revisar, vio un número desconocido y adivinó quién podría ser.
Al contestar, efectivamente, la voz en el otro extremo era de Consuelo.
-Océano está borracho. Ven a recogerlo.
Consuelo no le dio tiempo de responder antes de colgar.
Mercedes se sentó en la cama, mirando la dirección que Consuelo le había enviado. Después de un momento de duda, se levantó, se cambió de ropa y salió de casa.
Quince minutos más tarde, Mercedes llegó a la puerta del salón donde Océano estaba. La puerta estaba entreabierta, y con una sola mirada pudo ver a las dos personas dentro, en una posición comprometida.
Parecían estar jugando. Océano y Consuelo compartían una galleta, y mientras la muchedumbre los animaba, la galleta se iba acortando y sus labios se aproximaban, hasta que desapareció por completo sin que ninguno se apartara.
En el siguiente instante, Océano besó a Consuelo. Ambos quedaron sorprendidos, pero Consuelo reaccionó primero, sonrojándose y fingiendo timidez mientras intentaba alejarse. Sin embargo, él, como si estuviera realmente ebrio, la sujetó con fuerza y continuó el beso.
El bullicio alrededor era ensordecedor, mientras Mercedes, desde afuera, observaba a un Océano que le parecía desconocido.
Siempre lo había visto como una persona seria, y era la primera vez que lo veía así de descontrolado.
Se burló de sí misma. ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Viendo a mi esposo besar a otra?
Mercedes sacudió la cabeza, decidida a irse, cuando una figura salió rápidamente, bloqueando su camino.
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Capitulo 4
Era Consuelo.
Con una sonrisa maliciosa y los ojos llenos de satisfacción, dijo: -Mercedes, viste lo que pasó, ¿verdad?
-Si lo viste, deberías saber que Océano siempre ha estado enamorado de mí. Alguien como él jamás se fijaría en una niña como tú. Solo te eligió porque te pareces a mí. Te aconsejo que abortes y te vayas. No querrás que tu hijo crezca esperando a un padre que nunca estará.
-Océano se divorciará de ti tarde o temprano para casarse conmigo. No querrás
terminar llorando en casa de tus padres cuando eso pase.
Mercedes, sin alterarse, preguntó: -¿Océano sabe qué clase de persona eres realmente?
Consuelo, sorprendida, balbuceó: -¿Qué?
-¿Sabe que eres una persona de dos caras?
Sin esperar respuesta, Mercedes se dio la vuelta y regresó al salón. Ignorando el súbito silencio, levantó a Océano y lo sacó.
Él estaba completamente ebrio, repitiendo el nombre de Consuelo mientras lo acomodaba en el asiento trasero del auto.
Mirando su cara, Mercedes murmuró con ironía: -Océano, solo espera un poco más.
Cuando Océano despertó al día siguiente, se sorprendió al encontrarse en casa. Sin recuerdos de la noche anterior, preguntó a la joven que estaba aplicándose crema frente a él: -¿Cómo llegué a casa anoche?
-Fui a recogerte -respondió Mercedes con indiferencia.
La expresión de Océano cambió, lleno de emociones encontradas, y preguntó en voz baja: -¿Hice algo inapropiado?
Mercedes lo miró con calma, negó con la cabeza y después de ponerse lápiz labial, se dispuso a salir.
Rápidamente, Océano la detuvo. -¿A dónde vas?
-A ver a Manolo,
El rostro de Océano se ensombreció, y con voz baja intentó persuadirla: -Merce, aléjate de él. No me gusta cómo te mira.
Esperando que ella aceptara, se sorprendió cuando ella lo miró fijamente y preguntó: —¿Qué tiene de malo? ¿No es igual a cómo miras a Consuelo?
-Consuelo es mi amiga -respondió, algo incómodo.
-Manolo también es mi amigo.
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Capítulo 4
Océano, frustrado, se frotó las sienes. -Merce, en todo puedo ceder, pero en esto escucha, soy hombre y sé lo que piensan.
Intentando calmarla, fue hacia el cajón de la mesita de noche. -Tranquila, no vayas. Mira,
te compré un regalo antes de irme de viaje.
Al abrir el cajón, un documento cayó al suelo. Era un acuerdo de divorcio.
Océano se quedó inmóvil, mirando incrédulo el papel a sus pies.
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