Capítulo 24
Delante de ella había una puerta, detrás, una persona.
La puerta no se abría, y la persona no quería retroceder.
En medio de la tensión, Mercedes sentía como si estuviera completamente rígida, con la cabeza llena de fuegos artificiales explotando, provocando un mareo que la dejaba
aturdida.
Manolo no entendía cómo habían llegado a ese punto, pero en el fondo tenía la
sensación de que si en ese momento la dejaba ir, su relación volvería a ser como antes, o incluso más distante.
Pensando en esto, tragó saliva, nervioso, sintiendo que su corazón latía de manera ensordecedora.
-Merce, anoche me pasé de copas y te incomodé–dijo, notando cómo su mano se aferraba al pomo de la puerta-. Lo recuerdo todo. Fui yo quien te pidió quedarte, fui yo… quien te dijo que me gustas.
Hizo una pausa antes de continuar, su voz era un reflejo de su sinceridad.
-Merce, quiero que sepas que no es por lo que pasó anoche que te digo que me gustas, sino porque me gustas desde antes, y por eso, borracho, quise que te quedaras. Ahora, estando sobrio, quiero decirte que me gustas. ¿Podrías… quedarte a mi lado?
Al terminar de hablar, Manolo sintió que su corazón era como un tambor, golpeando fuerte en su pecho, esperando, aunque con temor, su respuesta.
Después de un momento de silencio, Mercedes finalmente habló.
-¿Podrías… retroceder un poco?
Sus mejillas estaban encendidas. La situación era incómoda, pero él pensó que esa era su respuesta. Dejó caer su mano con desánimo y retrocedió unos pasos.
Cuando Mercedes se volvió, lo vio cabizbajo, como un cachorro abandonado. Aunque estaba avergonzada, su imagen la hizo reír. Al oír su risa, él levantó la cabeza con una expresión de reproche.
-No te he rechazado -dijo ella, desconcertada por su reacción-. ¿Por qué estás así?
Sus ojos brillaron al escucharla, pero aun así, con cautela, quiso asegurarse.
-Entonces, Merce, ¿quieres decir que aceptas mi confesión?
Mercedes recordó el año que habían pasado juntos, y no pudo negar que Manolo había sido realmente atento con ella.
En sus momentos de tristeza, de ira, de alegría, y de incertidumbre, él siempre había
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Capitulo 24
estado allí.
Recordó cuando le preguntó por qué, después de tres años, todavía creía que volvería al laboratorio, sin miedo a que ella fallara y desperdiciara su esfuerzo.
Él había respondido: “Porque eres tú, y confío en que puedes hacerlo, Merce. Incluso si fallas, no me importa. Empezaremos de nuevo desde cero; siempre estaré a tu lado“.
Sus ojos brillaban con esa luz que había esperado ver.
Ella siempre era ella, esa persona brillante que todos admiraban.
Mercedes esbozó una sonrisa, pero negó con la cabeza antes de que la esperanza en sus ojos se rompiera, agregando:
-Mi confesión no puede ser tan simple, sin flores, sin romanticismo, y con un tú que apesta a alcohol después de una resaca.
Manolo soltó una carcajada, divertido.
-Estaba muy borracho, pero fue porque te ayudé a beber. ¡Y tú también apestas a alcohol!
Mercedes lo señaló, intentando replicar, pero solo consiguió inflar las mejillas de frustración.
-¡Entonces no quiero una confesión así!
Él sonrió ante su adorabilidad, acercándose para abrazarla.
-Bien, prepararé una confesión muy formal y perfecta.
-Eso está mejor -dijo Mercedes, apoyando la cabeza en su hombro, justo cuando su celular comenzó a sonar. Frunció el ceño al ver que era Abril, la madre de Océano.
Le dio un pequeño golpecito en la espalda a Manolo pará que la soltara, y una vez libre, señaló su celular y se dirigió a la sala para contestar.
Había estado casada con Océano por tres años, pero no le gustaba el ambiente de la mansión y apenas interactuaba con su padre, Thiago Lozano y Abril. Ahora, después de un año de divorcio, ¿por qué la llamaría Abril?
Al contestar, escuchó unos sollozos apagados que pronto se acallaron. Mercedes fue la primera en hablar.
-Sra. Abril, ¿hay algo que necesite?
Hubo un silencio antes de que Abril suspirara.
-Merce, sé que lo que pasó fue culpa de Océano. Me disculpo en su nombre.
Mercedes frunció el ceño, sin entender las intenciones de Abril, y fue directa.
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-Sra. Abril, por favor, digame qué sucede.
-Merce, ¿podrias venir a ver a Océano? Le han diagnosticado cáncer de higado en etapa terminal. El médico dice que le queda poco tiempo, y su último deseo es verte.
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