Capítulo 14
Después de dos meses, fue al escuchar las palabras enterradas en el corazón de Mercedes que Océano recordó aquel incidente cuando Consuelo se quemó. Recordó cuando le pidió a Mercedes que se disculpara con Consuelo y ella le replicó:
-Yo no le tiré la sopa a Consuelo, si no me crees, puedes revisar las cámaras.
Finalmente, comenzó a dudar del verdadero origen de aquel incidente, así que decidió revisar las grabaciones de seguridad del restaurante donde ocurrió todo.
El problema era que, después de dos meses, las grabaciones ya habían sido borradas. Sin embargo, Océano estaba decidido a descubrir la verdad y contrató a expertos para recuperar el video.
Fue entonces cuando vio la verdad que había pasado por alto.
Aunque no había sonido, el video mostraba claramente que, después de que Océano se fue a contestar una llamada, Consuelo había estado sonriendo con arrogancia y desdén, hablando sin parar. Y cuando vio que él regresaba, fue ella misma quien tomó la sopa caliente y se la tiró encima.
La verdad le golpeó como un bofetón inesperado. ¿Cómo pudo haber sido tan ciego? No solo no se dio cuenta de la actuación de Consuelo, sino que además obligó a Mercedes a disculparse. Mercedes terminó con una herida en la cabeza que requirió quince puntadas.
¿Y dónde estaba él durante todo eso? Consuelo solo tuvo que fingir un poco de dolor para que él dejara a Mercedes sola, sin siquiera volver a verla. El día que Mercedes finalmente salió del hospital y se encontraron, Océano había dejado que Consuelo se sentara en el asiento delantero de su auto y le había dado a Consuelo el colgante de jade que Mercedes le había regalado.
¿Cómo no se iba a sentir destrozada Mercedes en ese momento?
Ahora, Consuelo estaba frente a él, tratando de minimizar lo que había hecho, intentando disimular la verdad. -¿De qué estás hablando, Océano? No entiendo nada -dijo, con una sonrisa nerviosa, mientras se acercaba para tomarle de la manga.
Siempre había funcionado antes; con un poco de coquetería, Océano solía perdonarle todo. Después de todo, ¿no era ella a quien él amaba?
Pero esta vez, su táctica falló completamente.
-Consuelo, te doy una última oportunidad. Debes entender que si no tuviera pruebas, no estaría aquí.
Océano la miró con una frialdad que hizo que Consuelo sintiera un nudo en la garganta. Aun así, intentó acercarse de nuevo, resignándose. -Pero Océano, ustedes de todas
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formas se van a divorciar. Solo quería que ella se diera cuenta y se alejara. Sé que me equivoqué, no te enojes conmigo -alargó la última palabra en un intento de sonar encantadora, como siempre lo hacía.
-¿Quién te dijo que me voy a divorciar? ¡No te metas en lo que no te importa!
Con un rápido movimiento, Océano la empujó, haciendo que Consuelo perdiera el equilibrio y cayera hacia atrás.
-¡Ah!
El grito de sorpresa de Consuelo resonó en el aire mientras Océano se levantaba para irse. Aunque escuchó su caída, no se detuvo. Consuelo, ahora realmente afectada, sintió lágrimas brotar de sus ojos. La incredulidad llenó su voz mientras decía: -Si no planeas divorciarte, ¿entonces por qué viniste a buscarme?
Océano se detuvo por un momento, pero no se volvió. Continuó caminando hacia la
puerta.
-Consuelo, solo te veía como una amiga. Tú fuiste quien malinterpretó las cosas.
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