Capítulo 1
-Señorita Mercedes, el acuerdo de divorcio que me encargó ya está listo y se lo he enviado. ¿Lo ha recibido?
Mercedes Ríos recibió el documento del mensajero y respondió con un leve asentimiento. -Abogado Ortega, muchas gracias.
Al colgar el teléfono, el mensajero ya se había alejado. Mercedes se dio la vuelta y entró en la habitación. Poco después, escuchó el sonido de la puerta abriéndose.
Un hombre, con una voz profunda y cautivadora, se acercó hasta quedar detrás de ella.
-Merce, lo siento. Estos días estuve de viaje y ocupado con el trabajo, ni tiempo tuve de revisar el celular, por eso no he podido contactarte -dijo Océano Lozano mientras se acercaba a Mercedes, su rostro al nivel de su vientre, sonriendo con ternura-. ¿El bebé ha estado inquietando mucho a mamá?
-Océano.
Mercedes pronunció su nombre, sorprendiéndolo por un momento.
Él era diez años mayor que ella. Mercedes solía llamarlo cariñosamente “Oce“, excepto en los momentos más íntimos, cuando las cosas se prolongaban y ella lloraba llamándolo por su nombre completo.
Sin darle tiempo a pensar, Mercedes abrió el acuerdo de divorcio en la última página, cubriendo el contenido con sus manos mientras se lo extendía a Océano.
-Dijiste que cuando naciera el bebé, me darías un regalo. Ya sé lo que quiero: quiero que firmes aquí.
Había una calma en su voz, y él no dudó en tomar el documento y firmar rápidamente su
nombre sin leer el contenido.
Mercedes no esperaba que él actuara tan rápido, ni que siquiera mirara el documento. Se quedó momentáneamente perpleja.
-¿No temes que este documento pueda dejarte sin un centavo?
Océano solo sonrió con ternura, pellizcando su mejilla.
-Lo mío es tuyo, y cuando nazca el bebé, será de ustedes dos.
Mercedes sonrió, pero esta vez, lo que deseaba era su libertad.
Antes de que pudiera decir algo más, el sonido de un celular interrumpió el momento. El teléfono de Océano.
Aunque lo guardó rápidamente, Mercedes alcanzó a ver en la pantalla el nombre que
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Capitulo 1
aparecía: Consuelo.
-Es de la empresa, tengo que contestar -dijo él con naturalidad, guardando el celular. Al ver que ella asentía, se dirigió al estudio. Sin embargo, se detuvo de repente y miró a Mercedes, que seguía parada en el mismo lugar. Por cierto, ¿por qué me llamaste tantas veces estos días? ¿Pasó algo?
Una punzada de dolor atravesó su corazón, pero solo negó con la cabeza.
-No es nada.
Con su respuesta, Océano no preguntó más y se dirigió al estudio.
La figura de Océano desapareció cuando la puerta del estudio se cerró, y Mercedes bajó la cabeza, esbozando una sonrisa triste.
No era nada, solo había tenido un accidente de auto, estaba al borde de la muerte y había perdido al bebé.
Tres años atrás, se casó con Océano, un hombre conocido y respetado en el ámbito social. Ella tenía 20 años, él 30.
Sus padres le dijeron que él era alguien con un estatus inalcanzable, que la cuidaría y que casarse con él no sería un error, así que aceptó el matrimonio arreglado.
Después de la boda, tal como dijeron sus padres, Océano la trató como a una rosa. Le puso los zapatos, le pintó las cejas y fue incansablemente paciente y amable con ella. Excepto por las noches, cuando ella lloraba y él nunca se detenía…
Tenía mucho dinero y amor, y así se ganó completamente su corazón.
Hasta el día en que encontró una foto bien escondida en su billetera, de una mujer que se parecía mucho a ella. Fue entonces cuando supo que Océano había tenido un primer amor del que nunca se olvidó. Después de separarse, Consuelo se fue al extranjero, y él, demasiado sentimental, no pudo olvidarla.
Por eso, entre tantas mujeres, él aceptó casarse con Mercedes, porque ella se parecía a Consuelo.
El día que tuvo el accidente y perdió al bebé, llamó a Océano setenta y ocho veces, esperando que él viniera a ver al bebé por última vez. Pero él estaba viendo el amanecer con Consuelo, que acababa de regresar al país. No quería que lo molestaran en ese momento de paz, así que no contestó sus llamadas y, finalmente, apagó el teléfono.
Aunque Mercedes era joven, sabía que si el corazón no está despejado, no debía dejar entrar a alguien más. Océano, con diez años más que ella, ¿cómo no entendía eso?
Mirando el acuerdo de divorcio ya firmado, Mercedes sonrió con amargura.
Océano, ya que la amas tanto, te devolveré a ella para siempre.
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Capitulo 2