Capítulo 5
Raquel jamás habria imaginado que a lo largo de su vida donaría sangre tantas veces para Felisa. Y ahora, en el momento en que su vida pendía de un hilo, nadie estaba dispuesto a usar la sangre de Felisa para salvarla.
Peor aún, isu accidente de carro había sido por culpa de Felisa! Creía que ya había visto la verdadera cara de todos, así que no importaba cuánto la lastimaran, no se sentiría mal.
Pero en ese momento, al escuchar las palabras crueles de los demás, el dolor en su corazón era tan intenso como si mil flechas lo atravesaran. La agonía fue tan grande que terminó desmayándose.
Volvió a abrir los ojos tres días después, sintiéndose más agotada que nunca. La primera persona que vio al despertar fue Ciro. Parecía haber estado vigilándola durante mucho tiempo; su rostro mostraba un leve cansancio.
Al verla despertar, su expresión fría se suavizó con una ligera sonrisa. -Raquel, estás despierta. ¿Te duele algo? ¿Tienes hambre? El médico dijo que perdiste mucha sangre y necesitas descansar bien. Si quieres comer algo, solo dímelo, ¿sí?
La atención y el cuidado que mostraba parecían tan sinceros, que cualquiera podría olvidar que él había sido quien se había opuesto a que Felisa donara sangre para Raquel. Si no hubiera escuchado sus palabras con sus propios oídos, habría sido fácil dejarse llevar por su apariencia amable y atenta.
Después de que Ciro se fue, Raquel le preguntó a la enfermera que le estaba poniendo una inyección: -¿Quién fue al final quien me donó sangre?
La enfermera suspiró y, tras un breve silencio, respondió: -Ay, tu familia es realmente extraña. Les insistimos mucho, pero no quisieron que tu hermana donara sangre. Por suerte, nuestro hospital tiene un registro de tipos de sangre, y logramos contactar a un médico que estaba de vacaciones, pero que también tiene sangre tipo raro. Él pudo venir a tiempo para donarte sangre y salvarte.
La enfermera la miró con curiosidad. -¿Eres adoptada por su familia, verdad? La persona que estaba aquí cuidándote, ¿es tu cuñado?
Raquel se quedó paralizada, soltando una risa irónica mientras una lágrima silenciosa rodaba por su mejilla. Durante todos esos días en el hospital, ni Gonzalo ni Vanesa la visitaron, solo Ciro estuvo a su lado.
Raquel entendía que todo esto era para que ella se aferrara a él, para que siguiera siendo el banco de sangre ambulante de Felisa. Pero ni siquiera así él se esforzaba en hacer el papel más creíble.
Mientras estaba en el hospital, él siempre parecía distraído. O estaba en el pasillo hablando por teléfono, o sonreía levemente mirando la pantalla de su celular. Ella sabía
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Capitulo 5
que del otro lado de la línea estaba Felisa. Solo con Felisa él mostraba esa sonrisa.
El día de su alta, Ciro llegó puntualmente para llevarla a casa. Ambos estaban en la entrada del hospital cuando él recibió una llamada que cambió su expresión por completo. Siempre tan controlado, ahora sus ojos mostraban una clara furia.
Sus dedos largos sostenían el teléfono con tal fuerza que se veían pálidos, claramente esforzándose por contener su emoción. -Raquel, surgió un problema urgente en la empresa que tengo que atender. ¿Te parece si tomas un carro para tegresar a casa?
Raquel asintió tranquilamente, diciéndole que fuera a resolver los asuntos de la empresa sin preocuparse por ella. Ciro, aliviado, subió al carro que se alejó rápidamente.
Observando el carro desaparecer de su vista, Raquel esbozó una sonrisa amarga. Sabía bien por qué Ciro estaba molesto y adónde se dirigía con tanta urgencia. Justo antes, Felisa había publicado en su perfil una foto con un chico guapo, con el mensaje: “Este guapo muchacho me pidió mi número, ¿debería dárselo?”
Felisa sabía exactamente cómo volver loco a un tipo. Antes, Raquel podría haber sentido celos, pero ahora ya no. Tenía sus propios asuntos que atender.
Cerró su teléfono y tomó un carro hacia la comisaría.
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