Capítulo 17
Mientras tanto, los Lacayo y Ciro estaban haciendo todo lo posible, tratando de encontrar una manera de obtener el perdón de Raquel.
Gonzalo y Vanesa escribían largas cartas de disculpa a mano todos los días, recordando momentos de la infancia de Raquel y expresando su profundo arrepentimiento. Luego, las envíaban a la familia Velásquez con la esperanza de que llegaran a su corazón.
Sergio, por su parte, se dedicaba a investigar los gustos de Raquel, seleccionando cuidadosamente regalos valiosos que amontonaba en la puerta de la familia Velásquez, esperando que estos gestos la conmovieran.
Ciro iba aún más lejos, utilizando todas sus conexiones para reunir maravillas de todo el mundo, acompañadas de cartas llenas de amor y arrepentimiento.
Sin embargo, Raquel permanecía impasible ante estos esfuerzos.
Dejaba las cartas y los regalos a un lado, sin siquiera mirarlos.
Su corazón había sido congelado por las heridas del pasado, y ya no se dejaba influenciar fácilmente por gestos superficiales. Su nueva vida con la familia Velásquez era plena y feliz, el amor y el cuidado que le brindaban le ayudaban a dejar atrás el dolor del pasado. No obstante, eso no significaba que pudiera perdonar con facilidad a los Lacayo y a Ciro, quienes tanto daño le habían causado.
Un día, Raquel recibió otro sobre de Ciro, quien pedía verla.
Raquel sostuvo el sobre, debatiéndose internamente, y al final decidió ir al lugar de encuentro, con el único propósito de cortar definitivamente los lazos del pasado.
Eligió cuidadosamente un vestido sencillo, recogió su cabello de manera casual y se maquilló ligeramente, intentando enfrentar lo que fuera que la esperaba con la mayor serenidad posible.
Cuando llegó al viejo almacén abandonado, el olor a podredumbre la envolvió.
La tenue luz parpadeaba en las esquinas, proyectando sombras que resultaban aterradoras.
Raquel avanzó con cautela, escudriñando el entorno con desconfianza.
De repente, una figura emergió lentamente de las sombras. Para su sorpresa, era Felisa, vestida como una mendiga. Su cabello estaba enmarañado como paja seca, su ropa hecha jirones, y su rostro cubierto de suciedad, pero sus ojos reflejaban una expresión indescriptible.
-Raquel, viniste–dijo Felisa con una voz áspera y seca, como si viniera del inframundo. Raquel dio un paso atrás instintivamente, alarmada, y preguntó con desconfianza:
1/2
Capitulo 17
-¿Por qué estás tú aquí? ¿Dónde está Ciro?
Felisa soltó una risa amarga mientras se acercaba lentamente:
-¿Ciro? ¿De verdad pensó que podía verte tan fácil? Hoy, solo estamos tú y yo.
Raquel frunció el ceño, sintiendo un creciente malestar:
-Felisa, ¿qué pretendes? Entre nosotras ya no hay nada que decir.
De repente, Felisa estalló en una risa maniaca, que resonó en el vacío del almacén de forma inquietante:
www
-¿Nada que decir? ¡Raquel, tú me quitaste todo! Ahora eres la adorada hija de la familia más rica, mientras que a mí me echaron de los Lacayo, y no tengo nada. ¡Soy una mendiga! ¿Por qué tú y no yo?
Raquel se sintió invadida por la indignación:
-¿Que te quité todo? No olvides que siempre fuiste tú quien me arrebató las cosas, tú quien me hizo sufrir.
Con esas palabras, Felisa sacó un aerosol y lo roció en el rostro de Raquel.
Raquel no pudo evitarlo y se desmayó de inmediato.
Al recobrar la conciencia, se encontró atada de pies y manos, con Felisa sosteniendo un cuchillo cerca de su cuello.
-Raquel, ya hice que ambas familias vinieran. Quiero ver cuánto les importas ahora.
No pasó mucho tiempo antes de que se escucharan pasos acercándose desde fuera del almacén.
Los Velásquez y Eduardo llegaron primero. Al ver a Raquel en peligro, los ojos de Eduardo se llenaron de furia, y exclamó con voz rota:
-¡Felisa, suéltala! Si le haces daño, ¡te haré pagar!
Fabio y Antonia también estaban aterrados y furiosos. Antonia, con voz temblorosa, gritó: -¡Eres una mujer malvada! ¿Qué te hizo Raquel para que la trates así?
212