Ginés aparto la mirada, dejó los cubiertos con rapidez y se levantó diciendo.
-Tengo que atender un asunto, ustedes sigan comiendo,
Sin volver a mirar a Pamela, subió las escaleras con pasos largos y decididos.
Pamela acababa de notar esa mirada cargada de significado que Ginés le lanzó, pero no pudo descifrar lo que quería decir En el fondo, la ansiedad comenzaba a entedársele en el pecho.
¿Cuando pensaba Gines contarle a la abuelita?
A un costado, Soraya hizo un gesto de fastidio.
-Si mi hermano ya perdió el apetito, pues yo tampoco quiero seguir comiendo.
Sin más, se marcho a jugar videojuegos.
Pamela siguió comiendo, manteniendo la compostura. Lo que los demás pensaran de ella ya no era asunto suyo.
-¿Por qué iba a desgastarse por algo que no podia controlar?
Al terminar la comida, la abuelita tomó la mano de Pamela, suspirando con resignación.
-Mi niña, Ginės siempre ha sido así, de carácter dificil. Yo sé que has pasado malos ratos, pero puedes estar tranquila: la abuelita siempre va a estar de tu lado, no voy a dejar que te falle.
Al ver la preocupación en los ojos de la anciana, Pamela sintió un nudo en la garganta. La abuelita siempre la trató con cariño y habla puesto todo de su parte para que el matrimonio funcionara, incluso interviniendo en más de una ocasión para intentar que Ginés abriera su corazón.
Peto…
Ya no habla marcha atrás.
El ya le entregó su vida y su amor a otra persona.
Pamela tampoco pensaba seguir aferrándose a un matrimonio que solo le dejaba el sabor amargo de lo incompleto. Además, su enfermedad era como una bomba de tiempo. No queria convertirse en una carga para nadie.
-Abuelita, en realidad hoy regresé porque quería hablar con usted de algo importante–dijo Pamela, respirando hondo- Quiero que Ginés baje conmigo, prefiero que ambos le hablemos de esto.
Sin poder soportar la mirada llena de ternura de la anciana, Pamela subió las escaleras casi huyendo. Frente a la puerta de la que fuera la habitación de ambos, Pamela se detuvo y tocó con cortesia. Queria hablar con Ginés, poner sobre la mesa la verdad y discutir el divorcio.
No hubo respuesta
Volvió a tocar, pero el silencio segula.
Dudo un instante, luego empujó la puerta con suavidad.
-Ginés–llamó en voz b
baja
Entró un par de pasos. De pronto, sin esperarlo, lo vio parado de espaldas junto al ventanal. En la pantalla del celular se reflejaba el rostro de Dana, sonriente y dulce. Estaban en videollamada, como dos enamorados en plena luna de miel.
Al notar su presencia, Ginés giró la cabeza. La sonrisa calida que lucia mientras hablaba con Dana desapareció al instante, como si se hubiera puesto una máscara de piedra.
No hizo el menor esfuerzo por disimular la videollamada con Dana
Pamela se quedó congelada, clavada en el lugar. Al cruzar su mirada con esos ojos oscuros, sintió que el corazón se le apretaba como si una mano invisible to estrujara
-¿Donde quedaron tus buenos modales? ¿No sabes tocar antes de entrar?-solto Ginés, con una voz im descifrar.
imposible de
Capitulo 30
Aunque estaban a punto de divorciarse, Pamela no podia evitar que le afectara. Después de todo, tres años de matrimonio no se borran tan fácil. Lo miró de frente, sin apartar la vista, y contestó con calma
-¿Otra vez piensas que ando espiando?
Recordó el episodio de Montaña Amanecer. ¿Otra vez creia Ginés que ella repetía la misma historia?
Ginés arrugó la frente, sin contestor.
En ese momento, la puerta se abrió de golpe y Soraya apareció, sujetando la muñeca de Pamela con firmeza
¿Qué haces en el cuarto de mi hermano? Ven, vente para acá.
Soraya no le die oportunidad de replicar y la jaló hasta la habitación de invitados del frente. Se plantó en la puerta con los brazos abiertos y la miró fijamente
-Tengo un montón de tarea y quiero que mi hermano me ayude, hoy va a estar ocupadisimo. Mejor tú duerme aquí. Sin e
esperar respuesta, cerro la puerta y salio corriendo,
Pamela permaneció un buen rato en la penumbra de ese cuarto ajeno, intentando que sus músculos volvieran a moverse después de haberse quedado tiesa.
Soraya todavia era una niña.
Sus intenciones eran tan claras como el agua.
No tenia ninguna tarea que Ginés tuviera que ayudarle a hacer.
En realidad, Soraya solo queria evitar que Pamela se acercara a Ginés, como si temiera que pudieran reconciliarse si pasaban tiempo a solas.
Pamela no tuvo más opción que esperar en silencio. El tema del divorcio tenía que hablarlo con la abuelita, pero antes necesitaba saber qué decisión pensaba tomar Gines
A las diez de la noche, llegó la hora en que Pamela debla tomar su medicina. Salió de la habitación y bajó las escaleras para buscar agua
Al dar la vuelta por el descanso de la escalera, escucho la voz juguetona de Soraya en la cocina:
-No te preocupes, cuñada, yo no voy a dejar que Pamela se acerque a mi hermano. Voy a defender su amor con tod Pamela se quedó inmóvil.
La voz de Dana se escuchó a través del altavoz del celular, suave y segura.
Después, Dana respondió:
-Tu hermano nunca haria algo así. No es algo que me preocup
Pamela bajo la mirada, sin interrumpir la conversación; se quedó en silencio, escuchando cómo se pasaban información de un bando al otro.
Soraya solo habia bajado a buscar un refresco. Apenas lo tuvo, subió directo a su cuarto.
Pamela fue a la cocina, tomó un vaso de agua, Esta vez, tocó la puerta con fuerza, haciendo retumbar el pasillo.
tomó la medicina y, sin dudar, camino directo a la habitación de Ginés.
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