-Tu origen ya era mallo desde el principio, tu educación tampoco es nada del otro mundo. ¿Acaso quieres que Ginés le diga a todo el mundo que su esposa es una ama de casa?-Tina ni siquiera intentó disimular el desdén en su voz, su tono destilaba desprecio
A esa nuera suya, no habia manera de que le agradara. Ni en un millón de vidas podría verla con buenos ojos.
Pero en aquel entonces, no le quedó de otra y Pamela terminó entrando a la familia. Hasta ahora, sentia que su hijo habla salido perdiendo.
En cambio, la Dana con la que Ginés se estaba viendo últimamente… bueno, esa sí que era una candidata digna.
Aunque, siendo honestos, tampoco eran de la misma liga que los Leyva
Pero esa muchacha tenia estudios, un futuro, Pamela no le llegaba ni a los talones.
Pamela entendia lo que Tina pensaba. Sin perder la calma, contestó:
-Muy pronto ese problema dejará de preocuparla,
Tina amrugó la frente.
-¿A qué te refieres?
Antes de que Pamela pudiera responder, el sonido del claxon cortó el aire.
En el umbral apareció la figura alta y bien plantada de Ginés. Sus ojos oscuros recorrieron la sala con rapidez. En esos tres años, no era la primera vez que veia a su madre poner en aprietos a Pamela. Ella jamás perdia la compostura, siempre agachando la cabeza, tragandose el orgullo
Parecia que ni siquiera se daba cuenta de lo mal que la trataban.
Así que, ¿para qué meterse?
-Se me hizo tarde, tenia cosas que hacer–comentó Ginés, lanzando una mirada breve a Pamela antes de ir a pararse a su lado. Abuelita, ¿por qué tan seria?
Cuando él se acercó, Pamela percibió un aroma suave flotando en el aire. Perfume de mujer. Un fondo de almizle blanco imposible de ignorar.
El mismo perfume que solía usar Dana….
Para que ese olor fuera tan intenso, Ginés tuvo que haber pasado mucho rato muy cerca de ella.
La abuelita le dio una palmada en el brazo fuerte de Ginės.
-¿Por fin te dignas a volver? A ver, ¿qué asunto tan urgente tenías?
Gines esbozó una mueca, sin dar más explicaciones.
-Tengo hambre, ¿ya podemos pasar a la mesa?
Su presencia interrumpió la arremetida de Tina, quien le lanzó a Pamela una mirada llena de fastidio antes de ponerse de
-No tengo hambre, ustedes coman
La abuelita, que bien sabia que Tina nunca había aceptado a Pamela, decidió no prestarle atención. Se levantó, animando a Parela y Gines a pasar al comedor
Justo en
en ese momento, Soraya llegó. Al ver a Parela, no dijo nada; en cambio, corrió con alegria a sentarse junto a Ginės, ocupando el asiento a su lado
¿Fue intencional o casualidad? Lo cierto es qu
La abuelita se dio cuenta.
que no queria que Pamela estuviera cerca de Ginés.
Niña, tu cuñada está aqui ¿por qué no te sientas mejor a mi lado?
-Es que tengo algo que platicar con mi hermano–dijo Soraya, guiñando un ojo y mirando a Pamela-. Oye, ¿no crees que eres un poquito posesiva?
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Capitulo 29
Pamela, sin alterarse, tomó asiento al otro lado.
-Si te da gusto, haz lo que
que quieras
Ginés levantó la vista y la mird, sorprendido por la respuesta.
Pero Pamela lo ignoró por completo.
Ella sabia que antes solia buscar cualquier excusa para estar cerca de él, siempre atenta a cualquier oportunidad de acercarse. Pero si ya iban a divorciarse, ¿para qué insistir?
-Carla, traele a Ginés la sopa que preparamos en la cocina -ordenó la abuelita.
Enseguida, desde la cocina trajeron una sopa especial, preparada solo para Ginés.
Ginés levantó la tapa, su cara elegante y bien cuidada no mostró emoción alguna, solo se le dibujó una media sonrisa.
-Abuelita, estoy bien, no necesito esto.
Pamela, por primera vez, miró el plato y se detuvo en seco.
Era sopa de tortuga con bayas de goji y lirios…
Un platillo que se decía era excelente para la salud masculina, para “potenciar al hombre.
La abuelita, con una sonrisa que le iluminaba la cara, le sirvió un tazón.
-¿A poco alguien se queja de estar demasiado sano? Me tardé tres horas en preparártela. Nada como mantener la armonia de pareja, za росо по?
Soraya, que todavia era una niña, no entendió el doble sentido. Solo le echó un vistazo y se puso a servirse más comida. Pamela fingió que no veía nada.
La abuelita aún tenía la esperanza de que ellos tuvieran un hijo pronto. Pero Pamela sabia que, aparte de sus propios problemas de salud, Ginés siempre habia sido poco apasionado con ella. Podría decirse que apenas y cumplía con lo minimo.
Y ahora que ya estaban por divorciarse…
Como era de esperarse, Ginés aceptó la sopa, pero ni siquiera la probó.
La abuelita, resignada, suspiró varias veces, sintiéndose impotente.
-¿Por qué este muchacho no sabe apreciar a Pary?
Pamela, mientras comía, no podía dejar de pensar en el momento de confesar lo del divorcio. Esperaba que Ginés sacara el tema, pero él no decia ni una palabra. Ella, sin poder evitarlo, lo miraba una y otra vez.
Ginés notó sus miradas.
Alzó la vista y sus ojos se encontraron con los de Pamela.
Sus pupilas, limpias y oscuras, mostraban una distancia clara. Además, tenia el entrecejo fruncido, como si estuviera… incomodo
En esos veinte minutos, Pamela ya lo habia mirado más de cinco veces
Todo desde que la abuelita le sirvió esa s
sopa tan especial,
Esa falta de pudor le incomodaba a Ginés.
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