Capitulo 9
“¿Qué dijiste?
Lia alzó las cejas su made free hizo que la empleada bajara la cabeza de inmediato, encogiendose por el susto
Esther se mantuvo de pie durante diez largos minutos, con sus ojos luminosos fios en la escalera serpentante frente a ells, pero por dentro se sentia vacia, como si su corazón fuers un parame
Paso un buen rato antes de que por fin hablars, su voz tan ronca que apenas sele entendia
-Lia, vámonos
Había llegado el momento de irse. Esther sentia que no pertenecia ahi, ni en ningún lugar
donde estuviera Pablo.
Lo de ellos ya llevaba mucho tiempo roto
El lujoso carro negro seguia estacionado en el patio de la casa. Esther paso junto a el sin prestarle la menor atención, ni siquiera le dirigió una última mirada.
Lo que fuera de Pablo, le daba igual. Si Marta lo queria, pues que se quedara con todo.
Lia le pidió un tax) Esther se sentó sola en el asiento de atras, viendo el paisaje pasar por la ventana mientras el cerro avanzaba
Tras el invierno, siempre llega la primavera. Pronto las montañas volverian a cubrirse de verde, las flores nuevas brotarian, la neblina suave envolveria las colines, y las parejas se esconderian en rincones apartados para contarse sus sueños y promeses
Una vida asi parecia perfecta. En el fondo, Esther anhelaba alejarse del ruido del mundo y compartir su vida con alguien que la amara de verdad.
Lástima que en el refugio dorado de Pablo, la que se escondia no era ella.
El timbre del celular la devolvió de golpe a la realidad. En la pantalla apareció el nombre del Dr. Galindo
Se llevó el celular al oído.
-¿Bueno?
-Esther, quería avisarte de algo. Matias Cordoba quiere dejarle la oportunidad de la cirugia a otra persona. Su situación está complicada, ya está grande, y retrasar el procedimiento es muy riesgoso. Senti que debla avisarte antes que a nadie -explicó el doctor con tono serio.
El asombro de Esther se reflejo en su mirada. ¿El señor Matias iba a ceder su operación a
otra persona?
¿A qué venía eso?
Sostuvo el celular en silencio unos segundos, y de pronto le vino a la cabeza un nombre.
Marta.
¿Acaso el señor Matías quería darle la oportunidad a Marta?
Sintió que el corazón le temblaba de nuevo. La voz de Andrés, el doctor, la sacó de su
trance.
-¿Esther, sigues ahí?
-Ya entendí. Voy al hospital en este momento, necesito ver qué está pasando.
De inmediato el taxista tomó un atajo, mientras los pensamientos de Esther se enredaban en su cabeza como una sopa revuelta.
El pasillo del hospital olía a medicina, ese aroma inalterable que nunca se iba.
El señor Matías acababa de despertar, y se veía animado.
-El Dr. Galindo me contó que usted quiere darle su cirugía a otra persona -dijo Esther sin rodeos, tan directa que al señor Matías se le notó incómodo.
Sabía que no podía ocultarle nada.
-Esther, la familia Córdoba le debe mucho a Marta.
No le sorprendió oírlo, pero aun así sintió un apretón en el pecho.
Se sentó junto a la cama, su expresión tan serena que nadie hubiera adivinado lo que pasaba por su mente.
-Su salud es lo más importante. El doctor Galindo consiguió una semana para usted. Si opera a Marta, ya no va a tener tiempo para usted.
El señor Matías soltó un suspiro, le dirigió a Esther una mirada firme y enseguida cambió
el tema.
-Sé que Pablo te ha hecho pasar malos ratos. No te preocupes, yo me voy a encargar de que él te compense.
¿Compensación? Esther se rio para sus adentros, con amargura.
Seis años de juventud, seis años de estar a su lado sin importar las dificultades, incluso cuando Pablo tocó fondo, ella nunca lo abandonó. ¿Y ahora la familia Córdoba quería compensarla?
Entonces Esther hizo la pregunta que no debería haber hecho.
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-¿Marta de verdad significa tanto para Pablo?
Hasta el viejo estaba dispuesto a arriesgar su vida por ella. Si Marta era tan importante
para toda la familia Córdoba, ¿por qué la aceptaban a ella, Esther?
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